Con tres años de edad, era ya evidente el genuvalgo que tenía mi hija, hasta el punto que se caía al andar porque le pegaba una rodilla contra la otra. Así que acudimos al traumatólogo y pediatra, para pedirle consejo, nos quedamos de piedra al escuchar que debíamos esperar a que se le quitara sólo y si con catorce años seguía igual, le pondrían unos clavos en las piernas. Salimos de la consulta horrorizados y llamamos a Antonio Moro que atendió a la niña y en cuatro sesiones había enderezado sus piernecitas, alucinante, pero real. Verdaderamente es posible cambiar la forma del hueso, aunque los médicos no lo creyeran, aquí están las fotos que lo demuestran. Y eso que le hicimos la primera foto tras la segunda sesión y la que se ve más torcida es la pierna izquierda, cuando inicialmente la que estaba peor era la derecha, que fue la que Antonio trató las dos primeras sesiones. Pero está claro como quedan mucho más rectas las dos piernas al finalizar la 4ª sesión (foto 2) Gracias Antonio!!! Gran profesional.
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